Entre el primer y segundo año de vida, el cerebro de tu niño pequeño crece con cada actividad. He aquí algunos indicadores propios de esta etapa del desarrollo.
¡Tienes la clave mágica para estimular el crecimiento cerebral de tu bebé! Su desarrollo comenzó durante el embarazo y no se detuvo nunca, y aunque éste continúe a lo largo del tiempo, sus cimientos principales se conforman en la primera etapa de vida. A pesar de que existen muchos factores que influyen en el desarrollo del cerebro, tus interacciones cotidianas tienen el mayor impacto, y estas incluyen hablar, leer y cantar.
Cuando ya tiene uno o dos años,
tu hijo(a) comienza a resolver problemas intentando cosas nuevas, previendo y entendiendo la función de los objetos, y anticipándose a las cosas antes de que sucedan.
Resolver cosas por prueba y error. Es posible que tu hijo(a) quiera introducir un bloque con determinada forma en el lugar incorrecto. Déjalo encontrar por sí mismo el orificio que coincida.
Reconocer la función de los objetos que usa. Tu hijo(a) usará una cuchara para comer o hará dormir a su bebé de juguete. Los niños de esta edad ya no sólo exploran los juguetes, sino que también juegan con ellos y te imitan en el uso de las cosas.
Usar las manos o algún objeto para llegar a las cosas que estén lejos de su alcance. Es normal que tu hijo(a) se trepe a un mueble para intentar tomar un juguete.
Buscar objetos ocultos o que no estén a la vista. Tu hijo(a) comenzará a recordar dónde están las cosas para buscarlas luego.
Imitar movimientos y sonidos nuevos. A estad edad, es posible incluso que hagan lo que le vieron hacer a alguien mucho tiempo atrás.
Los niños pequeños desarrollan cada día más su propia personalidad. Su vocabulario crece y su capacidad para relacionar los elementos a su alrededor aumenta rápidamente.
Clasificar las cosas por su tamaño, forma o color. Es posible que hijo(a) empiece a relacionar objetos e imágenes similares. Anímalo a que ordene los juguetes según el color o a que agrupe todos los bloques con forma triangular.
Apilar bloques. Tu hijo(a) usará los bloques para construir o imitar lo que haces. Prueba con pedirle que construya formas simples, como un puente o una torre.
Jugar de manera más compleja. Esto implica que hay más pasos/actividades en lugar de hacer siempre lo mismo con un juguete.
Darse cuenta de que falta algo. Tu hijo(a) puede avisarte que se ha perdido algo o que le falta una pieza a un juguete.
Reconocer si algo “tiene más”. Tu hijo(a) empezará a reconocer, y a querer, todo aquello que sea más grande o tenga más.
Conocer las partes del cuerpo y nombrar los objetos. Verás cómo tu hijo sigue aprendiendo nuevas palabras.